miércoles, 11 de noviembre de 2009

Mijas, la del temprano cierre

Aún están, con pocos cambios, aquellas curvas cerradas de una carretera estrecha, a la que defendían con precariedad unos pretiles de piedra. Desde la ventana del camión, miraba con aprensión los profundos barrancos que nos acompañaban. No recuerdo, o quizás nunca llegué a saber los motivos de aquellos viajes atravesando la sierra.

Recuerdo, eso sí, aunque con la neblina que el tiempo va dejando caer sobre lo que pasó hace mucho tiempo, las prisas, el agitar de brazos acompañado del bullerío, (no busques esta palabra que la Real Academia aún no la tiene aceptada) por conseguir que el camión estuviera listo para hacer el camino de vuelta. Y de nuevo, las curvas cerradas y los barrancos que me asustaban...

Han pasado muchos, pero que muchos años. Ahora soy yo quien conduce, ya no es aquel destartalado camión que en cada bache crujía, y al que, a veces, se le abría la puerta en alguno de aquellos zarandeos. Contínuan las curvas y los barrancos, pero los baches casi han desaparecido.

Sigue ese color blanco que recordaba en las casas, pero ya es otro bullir el que se oye. Oigo muchas frases en idiomas que desconozco, grupos de personas con ropas que me dicen que no son de aquí. Muchos carteles de bares, hoteles y tiendas de recuerdos. Pero sobre todo, hay algo que me ha desconcertado. Cuando la tarde se va, llega el silencio. El cierre de locales, se acompasa a la caida del sol. Y esa vivaracha Mijas de mis recuerdos, comienza a languidecer. Volveré en una época en la que el sol esté mas tiempo sobre nuestras cabezas. Es noviembre ahora.

Quiero volver a oir ese bullanguero sonido de sus calles...

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