jueves, 15 de abril de 2010

Esquema 2. El tiempo…

      Miraba por la ventana, pasaba horas enteras ante ella y, casi siempre, descubría algún detalle nuevo. Los arboles, empujados por el viento, movían las ramas haciendo que sonaran las hojas. Suspiró y entornó los ojos. Volvió a abrirlos y las ramas estaban desnudas, apenas se movían.

-Martín, deja ya de mirar por la ventana, que manía.

-Cómo si tuviera algo mejor que hacer, contestó a su esposa, con una desgana no falta de ironía mientras con lentitud movía la silla, a la que, con mucha parsimonia, hacía rodar sus ruedas.

Con delicada exactitud conducía una de las ruedas sobre la línea del pavimento. Apenas había dos metros desde la ventana a la mesa, pero parecía una distancia enorme por la irritante lentitud con la que circulaba sobre aquella tenue fisura del suelo.

-Vamos, hombre, no tengo todo el dia para estar aquí.

Él la miró, una sonrisa apenas dibujada y una mirada traviesa en sus ojos aparecieron en su rostro. Le divertía sacarle ese disimulado genio con el que se dirigía a él. Siempre  lo había idolatrado, lo sabía y se aprovechaba de ello. A veces sentía que, en tantos años como llevaban juntos, no había sido capaz de devolverle en la misma medida aquellas atenciones, aquellos cuidados, aquel amor.

-Mamá,…mamá ¿donde estás? 

Una vocecilla jubilosa, entrecortada por el esfuerzo, llegaba acompañada de una sonrisa de oreja a oreja y unos ojos grandes y brillantes por la emoción.

-Me lo han dado, por fin, este año me lo han dado.

Los dos, expectantes y divertidos, se miraban ante aquella explosiva llegada de su hija, y tras los jadeantes gritos, esperaban que llegara la calma y, con ella, la noticia…

martes, 9 de marzo de 2010

Cara y cruz



Cómo hierro que se eleva hasta el infinito,
como los surcos de madera del horizonte,
rueda la espera de tus sueños.

Cómo el deslizar de un adolescente juego

que divide el cielo de tu alma
rueda la calma de mis esperanzas...

sábado, 27 de febrero de 2010

Rota quedó la razón
y en la oscuridad,
desatada y libre, la pasión.
Buscaban con ansiedad,
juntos y a la par,
un motivo para caminar,
unos ojos ciegos...
... y un corazón de cristal.

domingo, 14 de febrero de 2010

Invictus (1.875)

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.

En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

William Ernest Henley (1849-1.903)

miércoles, 10 de febrero de 2010

Tiempo y Pena

La aguja avanza.
Sin contemplación alcanza, uno tras otro, los minúsculos hitos negros de su camino circular.
Va amontonando sin compasión, una tras otra, vueltas a su eterno trabajo.
Todo es igual, todas se parecen, pero imperceptiblemente algo va cambiando.
Miras al espejo, y no reconoces al que ante ti aparece.
Los hitos negros del tiempo han cambiado de lugar, ahora están sobre ti, pequeños, pero que con una inexorable llamada, tienden sus brazos.
Vuelves a mirar, se han unido unos a otros, las imperceptibles líneas son ahora surcos, surcos de tiempo.
Sientes pena de ti...
Han pasado treinta años.

martes, 12 de enero de 2010

Leemos para saber que no estamos solos...



Es una de las frases que te zarandean con fuerza en Tierras de Penumbra.

Hay más, esa de… el dolor del mañana, es parte de la felicidad de ahora. Ese es el trato... Pero reconozco que cuando me puse a reflexionar sobre esta última me fuí enredando cada vez más, así que cautelosamente me retiré a pensamientos más asequibles.

Aunque ya había visto en alguna ocasión esta pelicula, el ambiente invernal, tarde de frio y nieve, hacía más fácil centrarse en la trama.

El Hopkins, como casi siempre, insuperable. Y la Debra, muy correcta tambien, pero sobre todo hay una escena memorable, aquella en la que Jack (Hopkins) y Douglas, el hijo de Helen (Winger) hablan en el desván sobre la muerte de ella. La emotividad va incrementandose en ambos personajes, con una pequeña lágrima que va surgiendo y que acaba en un desconsolado llanto.

Es una película que hay que ver sin interrupciones, que nada perturbe oir los dialogos, ni distraer de las ideas que las diferentes escenas van desgranando. El profesor en un dialogo directo y exclusivo con su alumno, el miedo que produce en la pareja ante un futuro que se sabe trágico, el niño que dentro de un mundo de adultos quiere disimular los sentimientos como ellos, el cómo las circunstancias de la vida hacen temblar ideas que se consideraban inamovibles…y así , tantas y tantas como vamos asistiendo en el desarrollo de la trama.

Es esta una de esas peliculas que una vez vistas, te incitan a saber más de su contexto. Basada en la vida real de Clive S. Lewis, al que ya conocía por sus Crónicas de Narnia, plasmó su dolor por la pérdida de su esposa Joy o Helen, ya que usaba ambos nombres, en una obra , Pena en observación, que sirvió de base para el guión de la pelicula.