sábado, 5 de diciembre de 2009

¿... Y no te da ná...?

Allí estaba él, sentado en una silla de anea con cojín y junto a una mesa camilla que hacía de escritorio. La tenía llena de papeles de nóminas y de recibos por pagar, una gran maquina calculadora y unos cuantos boligrafos desperdigados. Estaba sentado, pero quién dominaba la situación era él. Él era quien tenía mi solicitud en sus manos, y él era quien preguntaba.

- ¿Y no te da ná?

Y allí estaba yo, de pie. Casi avergonzado por atreverme a presentar aquel papel que me podía dar una posibilidad de trabajo. Con ventiún años, y recién llegado de un exilio involuntario, no podía perder el tiempo. La norma era que despues de volver, había que trabajar. Y eso buscaba, trabajo.
Unas semanas antes, una llamada telefónica me había avisado de esa posibilidad. Así que allí estaba yo. El preguntaba y yo contestaba. No había agresividad por su parte, sino incredulidad. Durante años habíamos sido compañeros de instituto y de universidad, y no daba crédito a mi pretensión.

- ¿ Para que tanto estudiar? ¿ Para pedir esto?

Hoy, cuando falta poco para que se cumplan treinta años de aquello, tambien tengo mi sillón, mi mesa, más grande que aquella, mi ordenador y mis bolígrafos.

Hoy, mientras firmaba aquel papel, mientras oía el sonido de la cámara, mientras hablaban de mí, fugazmente pasó por mi cabeza aquella escena...

...¿ Y no te da ná?

No hay comentarios:

Publicar un comentario